Cuando hablamos de la ciencia deportiva usualmente solemos imaginarnos a un grupo de científicos en laboratorios desarrollando indumentaria, equipos e instrumentos para los jugadores, utilizando análisis y pruebas que realizan en conjunto con atletas y profesionales.
Debemos decir que hoy en día esa misma realidad y esa práctica se ha extrapolado o extendido incluso al área de juego, o lo que denominamos coloquialmente canchas o campos deportivos. Y es de total lógica, toda vez que al evolucionar los elementos utilizados para una disciplina deportiva, asi como también lo hacen los atletas que evolucionan en su desarrollo físico y estratégico, es de esperarse que también lo haga la superficie donde estos eventos tienen lugar, y no en menor medida.
Para esta clase de aplicaciones es que se utiliza hoy en día un tipo de pasto sintético llamado pasto sintético de alto tráfico, el cual, dígase de paso, es uno de los más demandados hoy en día en el ámbito deportivo por sus altas prestaciones a todo nivel competitivo.
Dejando de lado lo económico que resulta ser el precio del césped sintético por metro cuadrado, tenemos varias características que han consolidado este material para uso deportivo, entre las cuales se encuentra su capacidad de absorción de impactos.
Resulta ser que los polímeros con los cuales está fabricado este fabuloso material, tienen unas propiedades tales que, en conjunto con el tejido patentado con el que se entrelazan sus fibras, han probado ser idóneas para recibir golpes e impactos sin transmitir la carga de energía cinética al usuario o atleta.
Al mismo tiempo que este producto protege la salud de los deportistas, también está diseñado de manera tal que resiste las altas fuerzas de aceleración, fricción y abrasión a las cuales es sometido durante el desarrollo de cada partido.