Cuando se habla de seguridad deportiva hay varios aspectos que van a sobresalir, como lo son la calidad de los equipos deportivos y la indumentaria. Pero poco se suele hablar acerca del suelo o el terreno sobre el cual se desarrolla la actividad. En esta oportunidad lo exploramos.
Ante las nuevas exigencias que ha planteado la tecnología del deporte y las ciencias aplicadas a éste, resulta válido preguntarse si el campo de juego está también a la altura del desafío, ya que desde hace años ha quedado claro que el uso del pasto vegetal orgánico es una frecuente desventaja.
En los últimos años se ha visto cómo el piso de pasto sintético se ha convertido en la superficie de juego que puede realmente ser modificado a voluntad para satisfacer las expectativas, tanto de los jugadores como de los fanáticos, y desarrollar un material que proteja a los jugadores frente a impactos y lesiones.
Al tratarse de un material que puede ser fabricado, ofrece toda una gama de posibilidades que resulta imposible obtener del clásico pasto vegetal orgánico, que, tratándose de una especie vegetal viva, no se puede modificar con facilidad. Más bien, requiere un trato especial que deriva en altos costos.
No resulta difícil para nadie identificar las ventajas de revestir vastas y amplias superficies de tierra con un material prácticamente imperecedero. La eliminación de los gastos asociados al consumo de agua y sistemas de riego, personal especializado y gastos de poda y mantenimiento climático, es un aspecto clave.
Además de esto, es necesario aclarar que cuando se trata de desarrollar proyectos de envergadura, resultará siempre mucho más económica la instalación por metro de césped sintético, ya que al realizar un pedido a medida al fabricante, luego de instalar prácticamente no queda desperdicio alguno.
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